Castelar me dió ese gustito a barrio
-¿Cuando eras chico pensabas que esta iba a ser tu profesión?
-Siempre me gustó. Empecé a estudiar teatro a los 15 años. Pero de chico
siempre imitaba a alguien. Y si iba a ver una obra de teatro o iba al
circo, llegaba a casa y actuaba. O conducía los programas de televisión
de ese momento. Me encantaba. Pero nunca supe qué es lo que iba a pasar.
Si hoy no fuera actor, igualmente estaría vinculado al espectáculo.
-¿Cómo te llevaste con eso de ser famoso?
-Yo me manejo bien. No es un problema mío. Es más para el que está
afuera que para mí. Hay más fantasía del que está en el mercadito y en
el almacén que otra cosa.
-Pero algo tiene que haber cambiado.
-Bueno, de hecho cuando fui a hacerme el pasaporte, hice la cola y los
trámites como todo el mundo. No fui a chapear. Pero vino una señora y me
dijo “¿vas a viajar?, vení que te lo hago así no te molestan”. Tenés
esas ventajas. O el policía te hace una multa y te dice: “ah qué hacés,
firmame un autógrafo para la nena y ya está”. Pero no violo semáforos en
rojo ni me creo el dueño de Castelar porque trabajo en la televisión y
soy conocido. Lo utilizo bien cuando lo creo. Por ejemplo, fui a Luján
al campo de unos amigos y uno me pidió un favor. Me dijo: “mirá, hay una
nena acá cerca que es fanática tuya, y está enferma. ¿Vamos a verla?”.
Fui y no te podés imaginar la carita de la nena. Para esas cosas sirve
la fama, para las cosas buenas.
-¿Te sorprende lo que podés llegar generar en otras personas sin saberlo?
-Me ha pasado. Y me quedo colgado todo el día con eso. Es que uno no se
da cuenta. A veces me dicen: “estuve mal porque me peleé con mi señora y
con un chiste tuyo se me cambió el día”. Si eso sirve, seas mal o buen
actor, no importa lo demás.
-¿Cómo te trata la prensa?
-Cuando voy a estrenos y hay fotos, las hago porque las tengo que hacer.
Pero no llamo a nadie para decirle que me compré un departamento. Trato
de tener un perfil bajo y mientras no me perjudiquen a mí, no hay
problema. Cuando empecé a laburar en esto, me pregunte cuál iba a ser mi
perfil y me di cuenta de que tenía que ser como soy. Si sos divertido
en la tele, también tenés que serlo en un semáforo. Ojo, también tengo
mis días malos como todo el mundo y a veces trato de poner la mejor
cara.
-¿Ser conocido implica que estés siempre de buen humor?
-Por lo general, sí. Cuando uno vende eso, hay que ser amable. Creo que
lo mío pasa por una cosa sencilla y una cosa de barrio que me dieron mis
viejos y que me dio Castelar. Pero también el otro debe ser respetuoso.
Aunque uno tiende a estar expuesto todo el tiempo.
Realidad y ficción
-¿Es un mito o en verdad se gana mucha plata con la actuación?
-No sé qué es ganar mucha plata. A lo mejor para lo que un tipo trabaja
en una oficina puede ser que sí. Pero también hay que entender que
nosotros laburamos seis meses y después no laburamos más. Yo hasta enero
no hago nada, y si lo que gané no lo ahorré o no lo guardé, en este
momento estoy en cero. En realidad, los que se llevan la plata grande
son las figuras.
-¿Y en qué gastás tu dinero?
-Me gusta mucho la música, así que me compré un buen equipo de sonido y
muchos compacts. Además, ayudo en mi casa. Pero no soy de gastar; en
este momento estoy más tranquilo. Puede ser por el hecho de que ahora
tengo que pagar la luz, el gas. Son cosas nuevas que uno asume. No he
viajado nunca todavía. Solo conozco Uruguay y Francia porque me
invitaron a Fort Boyard. Como en este momento no trabajo tengo más
tiempo para hacer cosas. Pero no soy de ir a jugar al golf o salir a
realizar travesías con la camioneta. Lo mío pasa por otro lado.
-¿Mirás mucha televisión?
-Sí, soy adicto, hago mucho zapping. Soy un enfermo del zapping. Miro
Crónica, Telenoche, miro un poquito de Mirtha (Legrand). Chusmeo un
poquito de todo por si alguna vez tengo que ir a un programa y tengo que
opinar de algo, trato de estar en tema.
-¿Tenes algún proyecto profesional que te gustaría concretar?
-Por lo general, no soy de decir “tengo ganas de hacer tal cosa”. Trato
de que la vida me vaya sorprendiendo. Tampoco soy de los que dicen
“quiero trabajar con tal actor”. Admiro mucho a Dady Brieva. Antes de
que fuera amigo mío me parecía un artista bárbaro. Y ahora que soy amigo
suyo lo admiro más. También me gusta lo que hace (Guillermo)
Franchella, me hace morir de risa. Como verás no soy devoto de los
grandes actores del teatro, como Alfredo Alcón. Son bárbaros, pero tengo
más la cosa del humor, más picara, más de barrio.
Entrevista: Guillermo Langot.